La entrega ⟡
Cris Miralles
1/24/2025


Hola de nuevo.
Qué bonito, guay, bellísimo, escribirte de nuevo. En la carta de hoy voy a hablarte de algo que estoy viviendo en mis carnes, pero que deseo que hayas vivido, estés viviendo o vivas alguna vez. Y ese «algo» es el proceso de «la entrega».
Quizá recuerdes que en la carta anterior te hablaba de «la poda» y, con ella, de ese recorrido profundo que pasa por reconocer, aceptar, rendirse, afrontar, limpiar y volver a ver la luz.
Como explicaba allí, «la poda» aplica especialmente en esos momentos en los que experimentamos esa desazón interna, esas punzadas de desconexión, ese sensación inquieta (acallada pero a la vez ensordecedora) de no estar andando por el camino deseado, se dé en el aspecto que se dé…
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Cuando por fin cortamos, podamos, sanamos lo que sentimos que «no tiene que ser», volvemos a encontrarnos con terreno fértil para sembrar nuestro nuevo camino, nuestra nueva identidad, nuestra nueva intención. Y es ahí donde surgen dos formas de trabajar esa siembra.
La primera, nos lleva —de nuevo— a querer encontrarnos en esa racionalidad mental.
Aquí, la mente, extasiada por ese momento de nueva calma, vuelve a engatusarnos. Vuelve a ganar territorio y a intentar «ocuparse» de todo lo nuevo y fresco que se abre ante nosotras: «esto te conviene, esto no, esto no es para ti, esto sí». Es esa serpiente en el jardín del Edén.
No es alarmante, pero sí hay que estar atentas (como siempre te digo, si te lo cuento, es porque lo he experimentado antes en mí). Porque si esto sucede, no es de extrañar que en no mucho tiempo vuelvas a verte en el bucle de la incertidumbre perturbadora, afrontando un nuevo bloqueo.
En ese plano puramente mental es como un parecer que decidimos cuál va a ser nuestro nuevo futuro, cuando en verdad, seguimos igualmente desconectadas de la pureza de nuestra alma. Pues quien ha tomado de nuevo el control es una vez más nuestro «yo» más mental, aún con manchas de viejas heridas y antiguos patrones.
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La segunda forma de trabajar esa nueva siembra, sin embargo, nos acerca por momentos a algo sutilmente más vulnerable para nosotras. Y no porque no sea lo «correcto», sino porque no estamos acostumbradas a dejar de forcejear, a andar sobre un terreno aparentemente poco certero (no lo es para la mente), pero paradójicamente, muy cierto para nuestra alma. En el fondo, sentimos que ese fuego interno se aviva «por ahí».
En esta nueva forma de abrirnos, más energética, más intuitiva, más elevada, no es el entendimiento como tal, sino el alma la que tras la rotura, se abre en dos y despliega su versión más auténtica.
No es la resistencia, sino la pura entrega la que marca las nuevas líneas de «lo que va a ser».
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Desde mi vivencia, podría definir «la entrega» como ese proceso de ofrenda a algo que es más grande que nosotras, que tú, que yo, que todo. A algo que se escapa de toda comprensión puramente racional. Nada de resignación. Nada de rendición en el sentido derrotista de la palabra.
Es un abrir de brazos amable a lo desconocido. Una apertura de par en par a «esto es lo que puramente soy» y «así me entrego a lo que es para mí». No hay máscara, ni personaje.
La entrega es la disolución de ese andar de nuevo hacia «lo que se espera de ti» y unirte a otro estado de alineación más genuino y que pareciera habérsete hecho a medida.
Así se siente.
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Cuando entramos en el estado de entrega, no hay sensación de abismo. Es como si un hilo invisible y tremendamente fuerte nos atara a la seguridad de algo extraordinario, en el sentido literal de la palabra.
Como una confianza ciega que nos hiciera no sentir vértigo, ni aún estando al borde del precipicio.
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La entrega, donde la onda colapsa en partícula.
Donde te vuelves nada y todo a la vez.
Donde no buscas respuestas afuera, porque sabes, reconoces y entiendes que las mejores y más sabias respuestas están en el adentro.
Te sientes cómoda en las que han sido y son tus heridas propias.
Y sigues caminando, con la mochila de lo vivido,
pero sintiendo el alma ligera y en paz.
Lista, ahora sí,
para ese magnánimo florecer de tu alma.
Gracias por leer mis cartas.
Escribiéndote Desde algún rincón del Universo,
con cariño,
Cris.
Feliz Vida.
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Si quieres que participe en alguna charla, centro o taller, me puedes escribir a hola@crismiralles.com
Cris Miralles
Mentora de Bienestar Cósmico e Integral
La energía, en el centro.