Honrar lo que somos. Honrar lo que fuimos. ⟡

4/4/2025

Nueva carta, nueva reflexión.

Si tienes cierta edad —o al menos ya superaste la treintena o así— habrás notado que tú, con la vida, has evolucionado. Que no eres la misma que se comía la cabeza de forma desmesurada por problemas nimios. Que las responsabilidades, los intereses e incluso las personas a tu alrededor, también han ido variando, evolucionando, metamorfoseando.

Eso es crecer, ¿cierto?

El caso es que a veces puede suceder que echar la vista atrás para según qué cosas nos puede resultar placentero. Nos encanta ese punto nostálgico que nos ancla a la creencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Pero, ¿qué nos pasa con esos capítulos, esas escenas y esas decisiones del atrás que quizá no nos gusta recordar tanto? ¿Incluso que a veces duelen?

Al fin y al cabo, también somos nosotros. Forman parte de nuestra historia, queramos o no.

Y, sí. También esos capítulos, esas escenas y esas decisiones —más o menos acertadas—, han forjado, con certeza absoluta, lo que somos —lo que eres— hoy.

En el ambiente, en el inconsciente colectivo, y más concretamente, en el contexto actual —y sin meterme más a fondo de lo prudencial con este tema— existen ahora unas latentes ganas por soltar las viejas capas.

De sacar a la palestra únicamente lo que reluce, con lo que «me defino» hoy. De poner bajo el felpudo el error, la vieja identidad, la persona que fuimos justo unas calles más atrás, cuando los ojos con los que mirábamos la vida eran otros, a veces algo más inmaduros, inconscientes, o simplemente, con menor experiencia de la actual, o simplemente, diferentes.

Borrar lo que YA no soy. Olvidarlo y hacerle delete. Ese, es el delirio del ahora.

Yo he corrido a hacer lo mismo. Y sé —soy consciente— que detrás de ello, hay un cierto dolor a no querer reconocer —o que a tu alrededor perciban— que en la vida, a veces, una se equivoca. Por mucho que en mi libreta tenga hecho el ejercicio de «error = aprendizaje».

*Nota al pie: Si además tu pasado, tus decisiones, tus proyectos, tus relaciones y tus idas y venidas han quedado registradas en tu «huella digital», este efecto de «necesito borrar parte de mi pasado» se magnifica.

Que nadie descubra que ahí atrás, fui otra.

Así pretendemos, como quien tira la basura a las 22 h de la noche, deshacernos de todo aquello que ya no nos corresponde —ojalá fuera así de fácil—. De desapegarnos de todas aquellas personas que no vibran a nuestro son (pero sí lo hicieron en algún momento). O nos perturban de algún modo. O nos confrontan más que menos veces.

Queremos eliminar. Queremos sacar a patadas de la vida todo el alquitrán que nos ensucia. Dejar bien atrás lo que ya percibimos como obsoleto, energéticamente hablando.

Sin embargo, y sin quitarle el mérito a una buena purga sanadora —totalmente necesaria y señal de la buena evolución—, el tiempo me ha terminado dando otra lectura: la verdadera lección es honrar, sobre todo y ante todo, lo que fuimos, mostrándolo al mundo sin miedo y con las puertas abiertas de par en par. Hacerle honores a esas antiguas identidades. Porque de ese «fuimos» nace lo que somos «hoy».

Si hoy eres, soy, somos, seres más sabios, más coherentes, más auténticos (y más centrados) es porque en el camino que ya dejamos atrás fallamos muchas, muchísimas veces. Porque navegamos igualmente en la incoherencia en infinidad de ocasiones —y lo que nos queda—, y porque nos permitimos lidiar con la vulnerabilidad de intentarlo.

Quien no intenta, nunca puede fallar.

Quien no se muestra incoherente nunca, es porque nunca ha salido de la línea de una creencia mental marcada.

Quien no cayó, es porque anduvo a ras de suelo y ni siquiera se levantó, jamás .

Somos matrioshkas. Y la que eres hoy, alberga la versión de ti anterior. Y así sucesivamente. Y en su forma, todo encaja.

Espero que esto suene ególatra (tampoco soy yo aquí un personaje público, por dios)… pero en mi caso, teniendo un trabajo donde la gente ve, observa y a veces analiza —o critica, que de todo hay en la villa del Señor— mis decisiones, mis saltos de guion, mi dispersión a veces —por qué no decirlo—, sentir ese ojo del juicio en la nuca a veces puede pesar más de la cuenta.

¿Cómo te cuento yo a ti que lo que me movía en el 2023, no lo hace en el 2025?

¿Que lo que una vez amé ahora me provoca hastío? ¿Que algunas personas con quien tanto pude compartir, ahora no me comprenden ni lo más mínimo? —y está bien que sea así—.

Porque así es. Así somos.

Sin embargo, ¿qué puede haber más coherente en la vida que serte fiel a cada momento de tu evolución? ¿qué puede ser más incoherente en la vida que anclarte a una versión de ti estanca?

Vida es movimiento. Y movimiento es vida.

Lo que fuiste ha construido lo que eres. Y donde ayer pusiste amarillo, hoy puedes preferir un verde o un violeta o un tornasolado. Donde creíste que era un «sí», puede que ahora sea un rotundo «no». Y lo que ayer creías a pies juntillas, hoy te suena a barbarie.

Es necesario —crucial, diría— repensar en cada etapa de la vida qué «sí» y qué «no». Con qué nos quedamos. Y de qué nos desprendemos.

Es necesario reflexionar acerca de nuestros apegos. Sobre los vínculos y compromisos personales, profesionales y sociales que mantenemos por inercia.

Es necesario descubrir, cuando así lo sintamos, una nueva versión de nuestro «yo», de nuestra identidad —así nos lo va mostrando el propio cosmos en su movimiento—. Pero de igual modo, es necesario que cuando emerja ese «nuevo yo», el anterior no sea vejado, castigado o ninguneado (he aprendido a transitarlo).

Si hoy te levantas más brillante que ayer, o más fuerte, o más serena, o más consciente, o más sabia, se lo debes a quien has dejado atrás: tu antigua yo.

Cierra con compasión y amor cada una de las versiones que fuiste. Porque todas andan unidas por un hilo. Y es en ese cierre consciente, donde el hilo se vuelve más fuerte y no amenaza con romperse.

Espero que esto te llegue de algún modo ♡.

PD: Construye una versión de ti tan bonita y fuerte que, cuando el mundo de afuera te supere, el de ahí adentro sea tu puro placer.

Cris.

Cris Miralles
Mentora de Bienestar Cósmico e Integral

La energía, en el centro.

Cartas que podrían ser terapia.

Suscríbete a mi newsletter.