El arte de elegir ⟡
Cris Miralles
10/18/2024
Vivimos en la era del «más».
Queremos tenerlo todo bajo control. Sentirnos productivas en cada área de nuestra vida: personal, familiar, hogar, profesión y social, con todas las numerosas ramificaciones que se desprenden de cada uno de estos ámbitos.
No está de moda el aburrimiento. O nos lo hemos puesto difícil para aburrirnos.
Te invade esa agobiante sensación de estar quedándote atrás a poco que pestañees y no arranches con mil cosas a la vez.
No pares. Que todo se acumula. Todo crece sin control.
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La cuestión aquí es ¿podemos amarrarlo todo bien?
Hermana, hermano. Aquí mi reflexión.
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Imagina que estás en la etapa joven de tu vida (allá por tus 20 o 22) y te dan varias pelotas, como de tenis, de unos 6-7 centímetros de diámetro.
Cada pelota representa una responsabilidad o empeño personal que se corresponde con ese momento vital: estudios, primera relación de pareja, primeras responsabilidades profesionales, buena relación con tus amigos, buena gestión de tus primeros ahorros, buenas formas con tus padres, orden en el hogar familiar, autonomía en tus gestiones, proyección personal…
Suena todo bastante bien.
Se te pide que sostengas todas estas pelotas —responsabilidades— en tus manos. Primero una, luego otra, y otra. Otra más. Y otra más…
Al principio todo parece manejable. Pero en pocos minutos tus dedos ya no saben cómo ordenarse para sostenerlas y van cayendo… Una por aquí. Otra por allá.
Te das cuenta de que apenas puedes sostener 4 o 5 con destreza a lo sumo y con suerte.
Eliges cuáles van a ser esas 4 o 5. Has de escoger.
Las otras, se esparcen por el espacio, saltando de aquí para allá.
Pero no temas por ello. Son pelotas que no se rompen con la caída. Todavía puede venir alguien por atrás a ayudarte a recogerlas —tu recogepelotas— y darte más oportunidades para intentarlo de nuevo algunos años por delante.
¿Ese alguien? Normalmente tus padres en gran medida, algún profesor, algún amigo o amigos del alma, tu recién pareja, o tu propia resiliencia trabajada… Ellos acuden a tu rescate y juntos conseguís superar la prueba de las responsabilidades.
Sigues sin poder sostener en su totalidad y al 100% todas las pelotas a la vez. Se acepta que no puedas con ello.
Si alguna pelota queda definitivamente en el suelo, tampoco pasa excesivamente nada. Vendrán nuevas ocasiones. O alguien las sostendrá por ti.
Hay tiempo. El drama, es relativo.
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Ubícate ahora en un rango de tiempo mayor. De los 30 a los 55 aproximadamente. El juego es el mismo. Tienes que sostener entre tus manos las pelotas en representación de tus responsabilidades.
De nuevo, aunque con mucha más carga intrínseca que en la etapa juvenil, ahí van: construir un hogar, orden y progreso en tu economía, educación de tus hijos si los hay (y si hay varios, atendiendo a sus propias casuísticas), proyección personal, rendir en tu puesto de trabajo, cumplir con las órdenes de tu jefa o jefe, o con las tuyas propias si eres tu propia jefa, alimentarte bien a ti y a los que dependan de ti, cuidarte para mantener tu salud a raya, relacionarte con tus semejantes, cuidar de tus mayores si se da el caso, sostener la logística de tu hogar, sostener en general tu hogar, etcétera, etcétera, etcétera.
Recuerda que para cada una de estas áreas, se ramifican por decenas las subresponsabilidades.
Sólo con repasarlas, habrás notado que el peso de cada una de ellas es mucho mayor que en tu etapa juvenil. Nada nuevo.
Como te decía, el juego es el mismo: intenta sostener entre tus manos todo 🤲🏻.
Sin embargo, dado el gran volumen de «cosas» a sostener, se reduce el tamaño del objeto para darte un poco de tregua y se le añade un componente: la fragilidad, en representación del tiempo.
Lo que hay que sostener, ya no son pelotas de tenis, sino —simbólicamente— huevos 🥚. Imagínatelos. Sosteniendo huevos en representación de tus responsabilidades entre tus manos.
Inténtalo. Primero uno, luego dos, tres, cuatro… siete, diez… Y suma huevos de codorniz en representación de tus subresponsabilidades.
Imposible que todo aquello no acabe en desastre.
Caen algunos, se rompen otros. O todos a la vez (me da pena imaginarlo).
El caso es que aquí no hay mucha gente que venga detrás a limpiar el estropicio. Estás en la vida adulta, recuerda. Es tu responsabilidad salir airosa de todo esto.
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Al igual que tus manos tienen un límite, tu tiempo tiene un límite, tu foco tiene un límite.
Tu capacidad de enfoque y atención no puede estar a todo y con todo lo a vez.
Es imposible sostenerlo todo sin que algo termine cayendo al suelo. O todo rompa a la vez.
Y sucede algo más grave, si cabe. No puede existir paz mental en medio de ese caos.
Imposible. Y si lo intentas así, emergerá la frustración. Es casi matemático.
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Hermana, hermano, «No necesitas ser todo para todos».
No necesitas estar a todo. Te lo vendieron mal.
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El buen surfista 🏄🏻, escoge sabiamente su ola. El mal surfista intenta coger todas las que le vienen con resultados bastante mediocres y sin meterse hasta el fondo, que es donde surge la magia 🪄.
Esto va de una elección consciente de en qué pelotas merece la pena mantener tu atención.
No se trata del cuánto —no se puede todo a la vez— sino del «cuáles».
¿Cuáles son tus olas 🌊?
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No me libro. También he querido estar en mil frentes a la vez con el consecuente abrume.
El arte de elegir es duro a veces. Decir «no» a cosas que te llaman con brillos ✨ y luces parpadeantes.
Vaciar bandeja de entrada de tu email, ser selectiva con tu tiempo.
Ser extremadamente cautelosa con tus distracciones.
Eso es, el arte de no quererlo todo y todo a la vez.
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Escoge bien las olas. Los huevos de tu huevera.
Te cuento mis prácticas por si te valen de ejemplo. Mis 4 focos principales actuales:
Mi familia 📡.
Supone → Escoger bien en qué batallas nos metemos (todo conlleva su energía). Ahorrar cuando el mundo entero te pide gastar. Trabajar en profundidad la aceptación de lo que es. Sostener el amor familiar de forma consciente (también conlleva su energía).
Mi paz mental 🪔.
Supone → Implicarme al 100% en las dos prácticas que me la dan: meditar y escribir para mí. Comprometerme con el orden a mi alrededor.
Mi progreso profesional ⚓️.
Supone → Eliminar dispersión de mi bandeja de entrada, metafórica y literalmente. Trabajar estratégicamente (y sin dispersión). Decir no a planes sociales que me encantarían. Mi compromiso para hacer lo que no siempre me gusta hacer.
Mi salud 🦋.
Supone → Compromiso con mis rutinas (de entre 2 a 5 según semana). Compromiso con mi forma de alimentarme. Atención a mis “red flags” cuando las siento.
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Esos 4 focos principales tienen otro punto. Y es que tienen un precio, además de lo que suponen per sé.
Y por ello, confieso:
No estoy siendo la amiga más presente últimamente.
No estoy siendo la que más planes divertidos tiene en su agenda. Ni la que acopia más viajes impresionantes.
Ni la mejor vestida.
No estoy siendo la versión mejor a la que aspiro en muchas cosas.
Al menos, de momento, no.
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He elegido estas 4 olas 🏄🏼♀️. En este momento. Quizá mañana son otras.
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De James Clear rescato esta reflexión.
"You'll probably surprise yourself with what you can accomplish—if you're focused on one thing.
You'll probably frustrate yourself with what you fail to accomplish—if you're doing 5 or 7 or 10 things.
Nobody performs well when stretched in a half dozen directions."
Escoge sabiamente, hermana.
Surfea bien tus grandes olas, hermano.
La energía, siempre en el centro.
Mil gracias por leer.
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Si quieres que participe en alguna charla, centro o taller, me puedes escribir a hola@estudiolagom.com
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Gracias por seguir por aquí.
Escribiéndote desde algún rincón del Universo 🪐,
Cris Miralles
Mentora de Bienestar Cósmico e Integral
La energía, en el centro.